La región se sitúa entre las que más empleo destruye en noviembre y más temporalidad mantiene en su mercado laboral

Santander, 2 de diciembre de 2020.- Es sabido que la pandemia hace estragos en los colectivos más vulnerables y la economía cántabra entró en la crisis sanitaria con las defensas muy bajas. No es casual que volvamos a estar subidos al cajón de las comunidades autónomas campeonas  en destrucción de empleo de todo el Estado.

Todas las constantes vitales económicas dan señal de alarma. Las contrataciones bajan en el último mes un 0,7% y en términos interanuales un 1,29%, con 2.206 afiliados activos menos en la Seguridad Social. El paro crece en noviembre porcentualmente 5 veces más que la media española y suma en un año 5.354 inscritos añadidos y ello sin contar los falsos ERTE que ocultan empleo ficticio por inviable e insostenible.

El paro en  la industria, sector estratégico por excelencia, se desploma un 16,4% en el último año, junto con Servicios que suma más de 4.000 parados más. Una debacle.

Por otro lado, haber puesto todos los huevos  en la misma cesta tiene sus consecuencias. La temeraria apuesta  por el sector ligado al turismo, como objetivo político y destino de grandes recursos públicos, nos ha llevado a esta situación de postración, con secuelas aún difíciles de evaluar pero que se prevén largas y penosas.

Con esta decisión, Cantabria se ha situado en los últimos años entre las cinco regiones españolas con más altas cotas de temporalidad, solo superada por Extremadura, Andalucía, Murcia e igualando con Canarias

El Covid ha entrado en Cantabria como en un geriátrico. Un sistema productivo en retroceso y muy maduro, por tanto muy expuesto y vulnerable a cualquier escenario adverso. Y una milagrosa vacuna no resolverá esta situación.

Artículo anterior
Artículo siguienteConvocadas nuevas movilizaciones contra la ley Celaá en Cantabria