En el cuarto trimestre de 2014, había censados en España un total de 6.663.801 jóvenes entre 16 y 29 años, que representan un 14,34% de la población.
Sobre esos jóvenes, con edades comprendidas entre 16 y 29 años vamos a centrar nuestro estudio. Por sexos, 3.368.163 son hombres y 3.295.638 son mujeres. Pese a haber una diferencia mínima entre hombres y mujeres jóvenes, sus diferencias en diferentes ámbitos como el laboral, emancipación o formativos son dispares.

Emancipación y acceso a la vivienda, formación e incorporación al mundo laboral de nuestros jóvenes son los aspectos que vamos a analizar detalladamente.

Desde el inicio de la crisis, el colectivo de la juventud ha sido uno de los más vulnerables y más afectados. Miles de jóvenes han visto cómo sus proyectos de futuro se han ido al traste por la mala gestión de los gobiernos, el desempleo, la precariedad, las políticas de juventud que no han beneficiado a sus destinatarios y también han visto cómo se ha dificultado el acceso a una formación superior por el aumento desproporcionado de las tasas universitarias y de las matrículas para la Formación Profesional, así como por el descenso de las becas.

En la época de la burbuja inmobiliaria muchos jóvenes abandonaron el sistema educativo para desempeñar trabajos en la construcción, motivados por los altos salarios en trabajos que no precisaban de cualificación. Ese tipo de trabajo aportaba a los jóvenes un dinero que les permitía comprarse un coche, emanciparse, viajar….pero tenía una cara oculta en la que miles de jóvenes no cayeron, habían dejado la formación (muchos no llegaron a terminar la ESO) y su trabajo iba a tener fecha de caducidad. La burbuja inmobiliaria estalló y todos esos jóvenes que a finales de los 90 y principios de 2000 abandonaron el sistema educativo y se dedicaron a la construcción se vieron en la calle, sin trabajo, sin estudios, sin dinero, endeudados y en su mayoría atados a una hipoteca, en definitiva, sin sueños ni futuro. Muchos intentaron acceder de nuevo al sistema educativo para terminar la ESO, empezar una FP, acceso a la universidad…pero el encarecimiento de las tasas y las altas matrículas en FP les impidieron profesionalizarse.

Estamos pues, ante una generación de jóvenes que ni estudian ni trabajan pero no porque no quieran, sino porque el sistema no les deja y en algunos casos, el desánimo les ha vencido.

Por otro lado, están todos aquellos jóvenes que sí continuaron con sus estudios, pero que, al igual que los que los abandonaron, se encuentran en paro y los trabajos que encuentran, en la mayoría de los casos, no tienen nada que ver con sus estudios o son de baja cualificación con salarios mínimos y condiciones laborales abusivas.

Esta juventud, la altamente preparada y la que no tiene estudios son las raíces de la sociedad española para las próximas décadas, una sociedad que carecerá de cualificación o que, aunque aún teniéndola, no habrá podido adquirir una experiencia profesional amplia, ni tendrá una cotización suficiente para, en un futuro, acceder a la jubilación. Además, la precariedad e inestabilidad laboral imposibilitan un proyecto de futuro personal y afectan a la sostenibilidad del sistema, sin ir más lejos, en julio de 2015, con más contratos firmados, se ha recaudado un 42,1% menos en la Seguridad Social que en el mismo periodo en 2014 ¿cómo piensa el gobierno sostener un país en el que las cotizaciones no van a poder sostener un Estado de Bienestar?

Los jóvenes de hoy serán el futuro de la sociedad del mañana, una sociedad que, de mantenerse la tendencia actual y en la que las políticas de juventud no son nada efectivas, se presenta de lo más inestable. No se puede permitir que los gobernantes sigan ignorando a la juventud, porque una juventud sin empleo, desencadena en una sociedad sin futuro.

Descarga informe completo

Artículo anteriorEL PARO REGISTRADO EN CANTABRIA DISMINUYÓ EN JULIO EN 593 PERSONAS,  UN 1,37%
Artículo siguienteCursos de Formación para desempleados