Santander a 29 de abril de 2021. El empleo y la actividad económica  en Cantabria siguen lastradas. El freno al sector hostelero por las medidas sanitarias es una de las claves para entender el crecimiento del paro en la primera EPA del año, en contraposición con la media nacional que arroja datos positivos de empleo. Una EPA que continúa afectada por el llamado dopaje de los falsos ERTE y que aún no refleja el impacto real de la pandemia en el empleo y la economía.

 Los ocupados del sector servicios se han vistos reducidos en 900 en el último trimestre y en 3.600 desde que empezó la pandemia. El contraste lo dan los ocupados de la industria que han crecido 1.000 en los primeros meses del año y un comportamiento más estable ante la pandemia pero con un peso histórico dentro del entramado económico en clara decadencia.

Cantabria no es una región dinámica y prueba de ello que con o sin pandemia la tasa de actividad es muy baja. Mantenemos  un diferencial de 3,38 puntos con la media nacional y hemos perdido 1,4 puntos por efecto del Covid. Es la prueba del algodón de que las políticas llevadas a cabo son conformistas y cortoplacista, centradas en poco más que la promoción de los llamados “marcos incomparables” y su impacto en el sector hostelero.

El Gobierno regional ha venido centrado sus políticas en el desarrollo del sector turístico y la hostelería pero a su vez combate los efectos de la pandemia poniendo al mismo sector en el centro de todas las sospechas y protagonista de sus decisiones más restrictivas en ausencia de medidas más imaginativas, a diferencia de otras autonomías.  El resultado no puede ser otro que nuestra autonomía continúe deslizándose  por el desempleo y la crisis.

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