Santander, 2 de septiembre de 2020.- Agosto maquilla ligeramente el fuerte impacto de la pandemia. El papel de Cantabria como refugio vacacional ha servido como bálsamo al principal sector económico de nuestra región, que absorbe el 95% del empleo creado durante el último mes. Un respiro de 763 parados netos menos  que casi en su totalidad volverá a inscribirse como demandante de empleo en las próximas semanas.

Tanto el SEPE como la Seguridad Social cifran en 7.000 empleo perdidos hasta la fecha por los efectos de la pandemia a falta de cuantificar el empleo destruido que los ERTE ocultan y que pueden sumar varios miles. Difícil panorama para nuestra región que no tiene ningún plan estratégico de desarrollo de otros sectores más allá de alguna acción puntual y algunas ocurrencias con escasos fundamentos y nulo futuro.

Por otro lado, no se puede dar a lo sucedido en agosto con el turismo nacional, que buscó  refugiado  masivo en nuestras áreas rurales, otra categoría de no sea una feliz anécdota. No se puede hacer otro uso o consideración a sabiendas que resulta muy atractivo para una utilización maniquea en el ámbito político.

En tiempos de crisis, como la actual, es cuando se deben llevar a cabo las medidas de carácter estructural. En cambio, nuestra región sigue caminando de mano de la improvisación habiendo desaprovechado los meses de tregua que nos ha dado la pandemia.

 Con la vuelta a las aulas va a volver a recrudecerse la presión sanitaria y por tanto en los próximos meses va a someter a una fuerte tensión a su economía y al empleo. Algo que  no va a evitar los  fondos europeos.

 

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