La región inició la crisis con un aumento previo de la población inactiva del 6,9% en el último trimestre
Santander a 28 de abril de 2020. La Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre nace vieja y con escaso valor referencial. Un informe que será solo útil para conocer la salud previa a la crisis que tenía Cantabria.
Según el estudio, antes de contagiarse, el enfermo tenía bajas las defensas y eso provocará que su estancia en la UVI sea más prolongada y con seguridad necesitará respiración asistida. La EPA del primer trimestre refleja que sin haber aparecido los primeros síntomas – el paro había bajado un 3,1% y por tanto no se ha registrado el impacto vírico de la última semana de marzo- la tasa de actividad había caído un 2,44% y la población activa se reducía en un 6,5%. Como resultado de todo ello, los inactivos cántabros, personas que no trabajan ni tienen intención de hacerlo, ha aumentado en el comienzo de año nada menos que un 6,9%. Es decir, Cantabria redujo el paro en el primer trimestre porque había menos personas buscando empleo por la atonía de nuestro mercado laboral, circunstancia que viene arrastrando desde hace varios ejercicios.
Con este cuadro clínico nuestra región ha afrontado este coma productivo inducido con una anemia que retrasará su curación y necesitará de un tratamiento que debe ir más allá de establecer ayudas para restablecer el escenario previo al coronavirus. La economía cántabra tiene sectores muy expuestos que una vacuna contra el virus en ningún modo va a resolver su futuro y por tanto las medidas de choque económicas deben contemplar soluciones para estos sectores, algunos estratégicos, que de no tomarse las consecuencias serán definitivas para su empleo y muy lesivas para el futuro de la región.