Santander a 3 de noviembre de 2023.- Octubre nos recuerda cada año la creciente dependencia que tiene nuestro mercado de trabajo del sol. Con los primeros fríos, la caída de la hoja y del empleo van acompañados. Esa es la  única verdad verificable ya que las cifras que nos ofrecen los diferentes organismos estatales difieren y no reflejan la realidad para un análisis mínimamente riguroso.

Cantabria pasa de un “pleno empleo” en agosto, con tan solo 21.000 parados, según la última EPA, a 37.034 demandantes de empleo no ocupados según el SEPE. A estos habría que sumar los 5.257 fijos discontinuos que en su mayoría están ligados al empleo estacional del verano y que el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz sigue sin definir quién está en paro y quién ocupado. Es la manera más expeditiva de bajar el paro registrado.

Si analizamos los últimos datos ofrecidos por el SEPE, octubre deja sólo 1.104 parados más que el mes anterior y eleva el “paro registrado” a 31.702. Casi 10.000 parados más que la EPA del verano. Si cruzamos estos datos con la Seguridad Social, el resultado es que se han perdido en Cantabria 2.624 cotizantes al régimen general en un solo mes. Tampoco el acumulado de contratos deja buen sabor de boca al bajar un 14,98% la contratación en términos desestacionalizados. Los contratos indefinidos han caído un 16,32%.

La prueba del algodón de nuestro mercado laboral, la comparativa con la media española, no deja lugar a dudas. Octubre nos hace más débiles en todos los parámetros de análisis. Cantabria se descuelga con menos contrataciones que la media estatal (-6,6%), hace menos contratos indefinidos (-3,62%), el paro registrado anual se recorta menos (-1,43%) y el mensual sube más (2,25%).

Sin poder entrar al detalle de la realidad del desempleo por la dispersión de los datos que se ofrecen, si queda suficientemente claro que la economía cántabra es cada vez más dependiente de factores estacionales y que sufre de una ralentización mayor que la media del conjunto de regiones. Es necesario iniciar reformas que afecten a nuestro tejido productivo con nuevos nichos de negocio que ayuden a reducir la dependencia del sector del turismo tanto por su indeseada temporalidad como por la poca calidad del empleo que genera.

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