Ha abonado 3,2 millones de euros a sus afiliados en los últimos 10 años.

La Caja de Resistencia y Solidaridad de USO celebra en 2015 su 30 aniversario. Es un instrumento de valor incalculable que apoya económicamente a los afiliados y afiliadas en las situaciones en las que, en el transcurso de su vida laboral, se encuentran inmersos en especiales dificultades, ya sea defendiendo con una huelga sus legítimas aspiraciones y reivindicaciones sociales, económicas y sindicales, o cuando fruto de represalias empresariales o de errores profesionales, se ven afectados por sanciones o incluso despidos

En la mayoría de países europeos, los sindicatos cuentan con Cajas de Resistencia que ayudan y protegen a sus afiliados en momentos de conflictos. La USO es el único sindicato a nivel estatal que dispone para sus afiliados y afiliadas de la CRS.

Los afiliados de USO, a diferencia de otras centrales sindicales, comprueban en la práctica que estar afiliado supone tener una serie de ventajas frente a no estar afiliado. Y todo ello es posible por el pago de una cuota mensual que se diferencia en muy poco a la cuota de otros sindicatos pero que respalda a sus afiliados cuando éstos lo necesitan.

La Caja de Resistencia es el mayor exponente de la solidaridad entre los afiliados y afiliadas de todos los sectores, de todos los territorios, a la que todos contribuimos y de la que todos salimos reforzados.

En los últimos diez años, de 2004 a 2014, la CRS ha abonado un total de 2,3 millones de euros a sus afiliados y afiliadas de los que 1,7 millones han respaldado huelgas y más de 288.000 euros se han destinado a cubrir despidos y sanciones, respectivamente. Desde sus inicios, la CRS ha ayudado a cerca de 500.000 trabajadores, que se han enfrentado a huelgas, sanciones o despidos.

Un poco de historia
La Caja de Resistencia y Solidaridad fue aprobada en el XXIX Consejo Confederal de USO. Fue en 1985 cuando se puso en marcha la CRS de manera experimental en Aragón, momento en el que se propuso la aportación voluntaria de 170 pesetas más a la cuota –fijándola en 470 pesetas- para poder contribuir a dotar de fondos suficientes a la CRS. Este experimento piloto contó con una gran aceptación entre los afiliados y las afiliadas de Aragón, de los que el 60% consideraban este instrumento como muy positivo. La CRS, inicialmente, contó con el aval económico de la Central Sindical de Cristianos belga (CSC).

Tras esta primera fase de implantación de la CRS, el 1 de enero de 1986 la aportación en la cuota se hizo obligatoria para todos los afiliados y afiliadas y fue construyéndose paso a paso lo que es hoy en día la CRS.

En aquel momento, la CRS supuso un importante elemento para reorganizar, aumentar y hacer más eficaz la Acción Sindical, haciéndola más agresiva y de clase, al disponer de un respaldo económico para plantear huelgas reivindicativas y reivindicar las puestos de trabajo ante la Justicia sin ceder ante pactos desventajosos antes de acudir a los tribunales en caso de despido.
Además de poner de relieve uno de nuestros pilares fundamentales, la solidaridad, la CRS obligó a centralizar e informatizar toda la base de datos de afiliación, sincerando los datos de afiliación.

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